
REVELACIÓN DE UN MUNDO. DESCUBRIMIENTOS.
Retomamos la búsqueda de los secretos que se esconden tras la escritura, la ficción y la narrativa, que a su vez son los que las hacen posibles. En esta ocasión, visitamos las crónicas que escribió la brasileña Clarice Lispector para el diario Jornal du Brasil. Estas columnas semanales contienen la esencia de toda su obra. Es mediante el mistérico ejercicio de la escritura que ella se configura como alguien en el mundo. En una ocasión, ante su poca disponibilidad a la hora de responder preguntas, terminó una entrevista así: “¿Usted conoce mis libros? Todo está allí”.
Acompañamos esta selección de textos con dibujos de y en telas de realizados la artista Louise Bourgeois, aprovechando los pañuelos de su esposo, manteles y servilletas manchadas y vestidos usados de todas las etapas de su vida. Como ella expresó una vez: «La ropa es un ejercicio de memoria. Me hace explorar el pasado, como pequeños postes indicadores en la búsqueda del pasado.”
REVELACIÓN DE UN MUNDO. DESCUBRIMIENTOS.
Por Clarice Lispector
11 de mayo de 1968
LAS TRES EXPERIENCIAS
[…]
Y nací para escribir. La palabra es mi dominio sobre el mundo. Yo tuve desde la infancia varias vocaciones que me llamaban ardientemente. Una de las vocaciones era escribir. Y no sé por qué, fue ésta la que seguí. Tal vez porque para las otras vocaciones necesitaría un largo aprendizaje, mientras para escribir el aprendizaje es la propia vida viviendo en nosotros y alrededor de nosotros. Es que no sé estudiar. Y, para escribir, el único estudio es el escribir mismo. Me adiestré desde los siete años de edad para tener un día la lengua en mi poder. Y, sin embargo, cada vez que voy a escribir, es como si fuera la primera vez. Cada libro mío es un estreno penoso y feliz. Esta capacidad de renovarme toda a medida que el tiempo pasa es lo que yo llamo vivir y escribir.
[…]
Siempre me quedará amar. Escribir es algo tremendamente fuerte pero que me puede traicionar y abandonar: puedo un día sentir que ya escribí lo que es mi parte en este mundo y que debo aprender también a parar. En escribir no tengo ninguna garantía.
[…]
Quiero renacer siempre. Y en la próxima reencarnación voy a leer mis libros como una lectora común e interesada, y no sabré que en esta reencarnación fui yo quien los escribió.
Me está faltando un aviso, una señal. ¿Llegará como intuición? ¿Vendrá al abrir un libro? ¿Vendrá esta señal cuando yo me encuentre escuchando música?
Una de las cosas más solitarias que conozco es carecer de la premonición.
5 de febrero de 1972
TODAVÍA IMPOSIBLE
Respondí que lo que de verdad me gustaría era poder escribir un día por fin una historia que comenzara así: «Había una vez…» ¿Para niños? Preguntaron. No, para adultos, respondí ya distraída, ocupada en acordarme de mis primeras historias a los siete años, todas comenzando con «había una vez». Yo las enviaba a la página infantil de los jueves del periódico de Recife y ninguna, pero ninguna en verdad, fue publicada jamás. Y aun entonces era fácil de ver por qué. Ninguna contaba propiamente una historia con los hechos necesarios en una historia. Yo leía las que ellos publicaban, y todas relataban un acontecimiento. Pero si ellos eran insistentes, yo también.
Desde entonces, sin embargo, había cambiado tanto, que quién sabe ahora ya estaba lista para el verdadero «había una vez». Me pregunté a continuación: ¿y por qué no comienzo?, ¿ahora mismo? Será simple, sentí.
Y comencé. Sin embargo, al haber escrito la primera frase, vi inmediatamente que todavía me era imposible. Había escrito: «Había una vez un pájaro, mi Dios».
27 de enero de 1968
AL LINOTIPISTA
Disculpe que me equivoque tanto en la máquina. Primero porque mi mano derecha resultó quemada. Segundo, no sé por qué.
Ahora un pedido: no me corrija. La puntuación es la respiración de la frase, y mi frase respira así. Y si a usted le parezco rara, respéteme también. Incluso yo me vi obligada a respetarme.
Escribir es una maldición.
14 de septiembre de 1968
ESCRIBIR
Dije una vez que escribir es una maldición. No me acuerdo exactamente de por qué lo dije, y con sinceridad. Hoy repito: es una maldición, pero una maldición que salva.
No me estoy refiriendo del todo a escribir para el periódico. Sino escribir aquello que eventualmente puede transformarse en un cuento o en una novela. Es una maldición porque obliga y arrastra como un vicio penoso del cual es casi imposible librarse, pues nada lo sustituye. Y es una salvación.
Salva al alma presa, salva a la persona que se siente inútil, salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba. Escribir es intentar entender, es intentar reproducir lo irreproducible, es sentir hasta el último momento el sentimiento que permanecería apenas vago y sofocante. Escribir es también bendecir una vida que no fue bendecida.
Qué pena que sólo sé escribir cuando espontáneamente viene la “cosa”. Quedo, así, a merced del tiempo. Y, entre un verdadero escribir y otro, pueden pasar años.
Recuerdo ahora con nostalgia el dolor de escribir libros.
30 de noviembre de 1968
¿CÓMO SE ESCRIBE?
Cuando no estoy escribiendo, yo simplemente no sé cómo se escribe. Y si no sonara infantil y falsa esta pregunta que es de las más sinceras, yo elegiría a un amigo escritor y le preguntaría: ¿cómo se escribe?
Porque, realmente, ¿cómo se escribe? ¿qué se dice? ¿cómo se dice? Y ¿cómo se empieza? Y ¿qué se hace con el papel en blanco que nos enfrenta tranquilo?
Sé que la respuesta, por más que intrigue, es esta única: escribiendo. Soy la persona que más se sorprende al escribir. Y todavía no me habitué a que me llamen escritora. Porque, salvo las horas en que escribo, no sé en absoluto escribir. ¿Será que escribir no es un oficio? ¿No hay aprendizaje, entonces? ¿Qué es? Solo me consideraré escritora el día en que yo diga: sé cómo se escribe.
UN DIÁLOGO
Cuando estudié francés me habría divertido mucho más si mi libro escolar hubiera sido como ese que vi. Y que contiene el diálogo entre el padre-perro y el hijo-perro. Padre-perro: «¿Has estudiado mucho?» Hijo-perro: «Sí». Padre-perro: «¿Matemática?» Hijo-perro: «No». Padre-perro: «¿Ciencias?» Hijo-perro: «No». Padre-perro: «¿Geografía o Filosofía o Historia?» Hijo-perro: «No». Padre-perro: «Por fin, ¿qué has estudiado?» Hijo-perro: «Lenguas extranjeras». Padre-perro: «¿Y qué aprendiste en lenguas extranjeras?» Hijo-perro: «Miau».
Clarice Lispector (Chechelnyk, Ucrania 10 de diciembre de 1920 – Río de Janeiro, 9 de diciembre de 1977) fue de las más importantes escritoras brasileñas del siglo XX. A los 19 años publicó su primera novela, Cerca del corazón salvaje (1944). La manzana en la oscuridad (1961); La pasión según GH (1964), La legión extranjera (1964); Un aprendizaje o el libro de los placeres (1969) y Agua viva(1973) son algunas de sus obras. También es destacable sus libros para los niños: La vida íntima de Laura, Donde nacen las estrellas, Casi de verdad o La mujer que mató a los peces. Los textos que hemos seleccionado, originalmente publicados en Jornal du Brasil, están recogidos en dos libros: Revelación de un mundo y Descubrimientos (Adriana Hidalgo Editora).
Louise Bourgeois (París, 25 de diciembre de 1911 – Nueva York,31 de mayo de 2010) fue una artista y escultora franco-norteamericana. Es conocida por sus estructuras de araña, la más conocida se titula Mamain. Estudió en la Sorbona cursos de Historia del Arte y Matemáticas y después en la Ecole de Beaux-Arts. Fue también alumna de André Lothe y de Fernand Leger. En 1938 se casó con el historiador americano Robert Goldwater y emigró a Estados Unidos, y en Nueva York frecuentó a escritores, poetas y artistas, sobre todo surrealistas exiliados debido a la guerra, Breton y Duchamp principalmente. Empezó como pintora, pero pronto se decantó hacia la escultura. Utilizó materiales como mármol, madera, bronce, hierro y látex. Museos como la Fundació Tàpies o el Centre Pompidou le dedicaron retrospectivas e importantes galerías como Huaser & Wirth expusieron sus obras.
Imagen superior: Untitled, 2005.
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