
GYOTAKUS
La leyenda dice que fue en Japón al final del período Genji o al principio de la era Keio. La fecha exacta tampoco importa demasiado. Un shogun o señor feudal pescó durante una competición una dorada de extraordinaria belleza. Valoró que tal ejemplar solo podía acabar en manos del emperador. Pero ante la imposibilidad de trasladarla a la capital, decidió eternizar la imagen del pescado. Para eso fijó su huella con tinta en un papel de arroz. La imagen obtenida se obsequió al soberano en sustitución de la dorada. De esta manera, sin precisar ni nombres, ni fechas ni lugares concretos, solo el dato de que se trataba de una dorada, se nos relata el nacimiento del gyotaku.

Striped bass, Barry Singer.
La palabra gyotaku está formada por dos términos: “gyo” (pescado) y “taku” (frotar) [N.b.: Así de fácil es el idioma japonés]. Es una peculiar técnica de grabado manual que consiste en entintar a un pescado para después cubrirlo con una fina hoja de papel y frotarlo con delicadeza hasta obtener una impresión de cada detalle de su fisonomía. Todavía en los mercados y pescaderías de Japón hay la costumbre de colgar estos papeles a manera de anuncio con las características de la mercadería recién llegada del mar, no difiriendo la técnica en gran cosa desde que los pescadores la iniciaron. Pronto pasó a ser un elemento decorativo de sus casas. Los pescadores deportivos la popularizaron, como una forma de guardar sus trofeos, una huella sin engaño que representa al pez mismo.
Estos días en el Museu Marítim de Barcelona se puede visitar la exposición “Gyotaku: capturar l’anima dels peixos” de Victòria Rabal. Es un recorrido por más de 150 dibujos de diversas especies marinas realizadas con esta técnica en puertos y mercados de diversas ciudades, pero especialmente Barcelona. De las enorme naves góticas del edifico que acoge el museo cuelgan como telas las impresiones de los gyotakus, inusitadamente cerca de los barcos, las naves, los bajeles y los pecios que ahí se exhiben. Como una espectral continuidad de lo que alguna vez fue.
La minuciosa labor de esta artista, que además es la directora del Museu Molí Paperer de Capellades y una autoridad mundial en lo que se refiere al estudio y conservación del papel, gravita alrededor de las sutiles diferencias entre la presencia y la ausencia. Los gyotakus son rastro de un cuerpo que ya no está, señalan una desaparición. Son la marca de la nostalgia del mar.

Fotografía de Fede Montornes, 2014.
Gyotaku: capturar l’ànima dels peixos
Victòria Rabal
Museu Marítim de Barcelona
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