
JARDÍN DE VERSOS PARA NIÑOS
Seguimos escrutando aquellos autores que alguna vez también escribieron para niños. Y nos encontramos con la figura de Robert Louis Stevenson. En cierta manera, fue él que creó una imaginería de la literatura infantil y juvenil, que todavía perdura (véase La isla del tesoro o La flecha negra). Como somos amigos de la paradoja y de Chesterton (que le dedicó un libro a estudiar su obra), nos sumamos a su tesis, que es que Stevenson no escribía tanto para niños como sí para adultos que querían y apreciaban a los niños y que recordaban como felices y un tesoro a resguardar los tiempos de la infancia. Y es ahí donde radica su fuerza y vigencia.
Eso puede verse en Jardín de versos para niños, su primer libro de poemas, del que hemos hecho una breve selección. Él encuentra en la poesía un refugio de las exigencias de la narrativa. El libro, que está dedicado a su niñera, es una revisitación de la niñez, de sus juegos y de las tremendas posibilidades de la imaginación. Escrito en 1885, la edición canónica es la estadounidense de 1905, que está acompañada de doce láminas a todo color y de varias ilustraciones en blanco y negro para cada poema de la ilustradora Jessie Willcox Smith.
JARDÍN DE VERSOS PARA NIÑOS
Por Robert Louis Stevenson
ACOSTARSE EN VERANO
En invierno es de noche al levantarme
Y a la luz de una vela he de lavarme.
En cambio en el verano ¡qué manía!
Me tengo que acostar cuando es de día.
Y puedo ver, mientras voy a la cama,
los pájaros que saltan en la rama,
y puedo oír los pasos de la gente
que pasa por la calle, indiferente.
¿No os parece duro y algo raro
que mientras está el cielo azul y claro
y yo aún tengo ganas de jugar
y es de día, me tenga que acostar?
EL DÍA DE MAÑANA
Cuando crezca y me vuelva muy mayor
voy a ser alto y fuerte, sí señor,
y les voy a explicar a esos pilletes
que no deben quitarme los juguetes.
A MI MADRE
Lee también tú mis poemas, madre,
por cariño a aquel tiempo inolvidable,
y a lo mejor vuelves a oír, bajito,
por el pasillo aquellos piececitos.
LIBROS ILUSTRADOS EN INVIERNO
El verano se apaga, va llegando el invierno…
mañanas escarchadas, cosquilleo en los dedos,
petirrojos curiosos, asustadizos grajos,
y lo mejor de todo: los libros ilustrados.
Lo que antes era agua, duro como la piedra;
paseo por encima, junto con mi niñera;
pero el agua corriente, los arroyos, los lagos,
los encontramos solo en libros ilustrados.
Las cosas más bonitas, los dibujos más nítidos
allí están, esperando los ojos de los niños;
ovejas y pastores, árboles y cayados,
todo puede encontrarse en libros ilustrados.
En ellos vemos cómo son diferentes cosas:
los mares y ciudades, las montañas y costas,
y los duendes huyendo , y las hadas volando
en las bellas imágenes de libros ilustrados.
¿Cómo podré alabaros, cantar vuestra belleza,
días maravillosos junto a la chimenea,
en un rincón del cuarto de jugar, abrigados,
leyendo en compañía los libros ilustrados?
MI SOMBRA
Mi sombra no es muy grande y va siempre conmigo,
pero qué hacer con ella, yo nunca lo he sabido.
Es idéntica a mí, mide lo mismo de alto
y salta junto a mí cuando a la cama salto.
Lo más raro que tiene es que crece a su modo,
no como hacen los niños, que es siempre poco a poco;
porque a veces se estira cual si fuese de goma
y es tan pequeña a veces que se esfuma y se borra.
No tiene ni noción de cómo juega un niño,
Y encuentra mil maneras de ponerme en ridículo.
Se nota que es cobarde por cómo se me pega,
Pero yo hago igual que ella: ¡me pego a mi niñera!
Un día muy temprano, antes de verse el sol,
salí al jardín: brillaba rocío en cada flor,
pero mi sombra vaga, dormida y haragana,
no se vino conmigo y se quedó en la cama.
MI CAMA ES UN VELERO
Mi cama es un cómodo velero.
Mi niñera me ayuda al embarcar,
me viste con mi traje marinero
y me lanza en lo oscuro a navegar.
De noche subo a bordo y me despido
de todos mis amigos de la playa;
cierro los ojos y la vela izo,
y ya no veo nada ni oigo nada.
Si puedo llevo cosas a la cama
como todo marinero previsor:
un buen trozo de tarta de manzana
o, algunas veces, un juguete o dos.
Paso toda la noche navegando
hasta que sale el sol y me despierto
y en el seguro puerto de mi cuarto
atracado aparece mi velero.
Robert Louis Stevenson (Edimburgo, 1850- Samoa, 1894). Escritor británico. A pesar de su prematura muerte, dejó una extensa obra que comprende novelas, cuentos, ensayos y poesías. Además de La isla del tesoro y La flecha negra, habría que destacar El extraño caso del Dr. Jekill y Mr. Hyde. En Samoa, su última morada, los lugareños lo llamaban “Tusitala” (el que cuenta historias).
Jessie Willcox Smith (Filadelfia, 1863-1935). Ilustradora estadounidense. Sus dibujos estaban presentes en las más reputadas revistas de la época. Realizó carteles publicitarios. Ilustró libros de Stevenson, Dickens, Alcott, MacDonald, entre otros.
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