TRES VERSIONES DE “CAPERUCITA ROJA”

TRES VERSIONES DE “CAPERUCITA ROJA”

La revista Viure en famìlia nos pidió un texto sobre algún personaje de los cuentos infantiles. Después de sopesar varias posibilidades, nos decantamos por Caperucita Roja. Ya en Pinterest le habíamos dedicamos a este cuento un tablero donde se reflejan las diferentes maneras que los ilustradores se acercaron a la historia de la niña y el lobo. Además queríamos aprovechar que Nórdica Libros había publicado recientemente un libro ilustrado con tres versiones diferentes del cuento. Así veríamos la evolución del personaje a través del tiempo. El libro tiene ilustraciones de importantes artistas. Queremos agradecer la colaboración que tuvimos por parte de Anna Ortiz, Verónica Moretta y de Diego Moreno, de Nórdica Libros para la realización del artículo.

Ana Juan

Ana Juan

Existe la tentación de acercarse al mundo de los cuentos populares infantiles a partir de su función y de la eficacia que sus enseñanzas y moralejas hayan podido alcanzar. Eso presupone dar por hecho que, en su origen, estos cuentos tenían sobre todo la tarea de aleccionar a los niños y jóvenes sobre los peligros de la naturaleza y de la sociedad en un mundo inexorablemente cruel, sórdido y arbitrario. En sus tramas los psicoanalistas buscan símbolos y elementos irracionales, intentando descifrar los acertijos y pistas sobre cómo pensaban de verdad y de los significados que otorgaban a los elementos que construían su mundo los habitantes de una época que era mayoritariamente rural, y que avanzaba de una sociedad feudal a otra más moderna. El problema radica, como bien apuntan filólogos, antropólogos y folcloristas, en que no es posible aislar una versión de cualquiera de estos cuentos populares, como hacen por ejemplo Erich Fromm y Bruno Bettelheim que vierten sus interpretaciones, sin tener en cuenta las dimensiones históricas, las fuentes, sus diversas versiones y cómo fue que sólo unas cuantas de ellas terminaron plasmadas en un libro.

Luis Scafati

Luis Scafati

También es preciso recordar que las versiones escritas no pueden trasmitir los efectos que los narradores orales hacían cuando describían las escenas (las pausas dramáticas, los silencios angustiosos o los ademanes y sonidos para acentuar los actos). Eran recursos que modelaban el significado y el texto escrito difícilmente nos ofrezca una relación exacta de lo que era escuchar un cuento en esa época. Por esa razón, no sería conveniente hacer una interpretación de una sola versión de un cuento, y menos aún realizar un análisis de los símbolos y de los detalles que seguramente no existieron en las primeras versiones orales. Además las fronteras entre lo popular y lo culto eran más difusas de lo que pudiera parecer.

Javier Zabala

Javier Zabala

Charles Perrault

Tomemos el ejemplo de un cuento que conocemos todos: “Caperucita Roja”. En la versión más antigua que se conoce que data del siglo XVII, la prenda de vestir roja no existe, los dos caminos que hay para llegar a casa de la abuelita son uno de agujas y el otro de alfileres. Luego en la casa, el lobo disfrazado invita a la niña a comer y a beber algo que son los restos y la sangre de la anciana. Después la conmina a desvestirse totalmente para que se meta en la cama con él para acabar comiéndosela. En esta versión se basó Charles Perrault (1628-1703) para escribir su “Caperucita Roja” (“Le petit Chaperon rouge”), que incluyó dentro del libro Cuentos de Mamá Oca, una recopilación de historias edificantes en la que están contenidos relatos más, todos celebérrimos como “El Gato con Botas”, “Cenicienta” o “La Bella Durmiente. Perrault oyó estas historias de las niñeras de sus hijos, campesinas ellas, y las adaptó al gusto y al humor de la corte de Versalles, la cual frecuentaba. Por eso, eliminó en el caso de “Caperucita” las referencias al canibalismo y a la escatología, mas no así la manifiesta crueldad, ya que la abuela y la niña acaban siendo devoradas. Esto le sirve, en la moraleja con la que concluye el cuento, para prevenir a las muchachas de los hombres que se comportan como los lobos, especialmente de aquellos que son más lisonjeros y zalameros, pues esos son los peores.

Noemí Villamuza

Noemí Villamuza

Los hermanos Grimm

Esta versión de Perrault convivió con otras muchas que eran orales y las cuales incorporaron detalles y elementos propios de aquella, ya que en los pueblos su libro era leído en voz alta en veladas. Pronto su historia traspasó las fronteras y hacia 1720 ya hay traducciones al inglés. También para esa época a Alemania, huyendo de persecuciones religiosas, llegaron franceses con su catálogo de cuentos orales, entre los que estaban versiones de las historias de Perrault. Estos relatos se fundieron de tal manera con el folclore local que los hermanos Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859) recogieron en su recopilación de historias populares titulada Cuentos de niños y del hogar (primera edición de 1812) el relato de Caperucita. La intención de ellos era ofrecer datos fiables a los interesados en las tradiciones alemanes y ser un punto de partida para el estudio comparado con cuentos extranjeros, procurando hallar las fuentes originarias. En su colección, los Grimm combinaron elementos de diferentes versiones de los relatos. En ocasiones censuraron detalles y descartaron versiones, para que pudiesen estar más cercanos y acordes a la moral de sus burgueses lectores. También redactaron finales felices para todos los cuentos y adornaron los textos con muchos elementos descriptivos que eran más propios de un escritor romántico que de las versiones orales en que principalmente se basaron.

Agustín Comotto

Agustín Comotto

Para la elaboración de su “Caperucita Roja” (“Rotkäppchen”), los Grimm partieron de otras versiones como la que les contó una vecina suya de origen francés, que probablemente que había leído a Perrault; el propio cuento de éste, conocido sobradamente por ellos, y de una obra de teatro estrenada en 1800 del escritor romántico Ludwig Tieck (1773-1853) titulada Vida y muerte de la pequeña Caperucita Roja. (Una tragedia) (“Leben und Tod des kleinen Rotkäppchens: eine Tragödie”). Los Grimm se refirieron a ella en sus notas como “una encantadora versión a la manera romántica”.

La versión de los Grimm tiene diferencias respecto a la de Perrault. Se añade a la canasta una botella de vino, se suprime la mantequilla, se especifica que la caperuza es de terciopelo y fue confeccionada por la abuela, la madre da órdenes expresas de lo que no debe hacer antes de llegar a la casa de la abuelita. El lobo se viste con la ropa de la abuela después de devorarla. La niña percibe que la situación es rara y siente miedo. No se acuesta en la cama con el lobo. Después de comerla (aquí es donde acababa la fábula de Perrault), el lobo se duerme y entra en escena un cazador intrigado por los fuertes ronquidos del animal. Abre su vientre en canal y saca de allí a la niña y a la anciana. Entre los tres llenan la panza del lobo de piedras y cuando despierta, de tan pesado que está se cae al suelo y muere. Pero el cuento tiene una coda, se presenta un segundo lobo que cae en la trampa tendida por la abuela y Caperucita. Ésta recuerda los sermones de su madre y promete no apartarse más del camino. Esta versión las connotaciones sexuales están limadas y en el epílogo las dos protagonistas se presentan como mujeres hábiles y con ingenio suficiente para no necesitar ser rescatadas. Es la única de las versiones en la que el final es feliz.

Verónica Moretta

Verónica Moretta

Ludwig Tieck

La primera aparición del cazador quizás sea en la anteriormente mencionada obra teatral de Ludwig Tieck. Aquí hay una separación con la tradición, ya que aparte de añadir nuevos personajes, como un perro que es confidente del lobo, los pájaros, los campesinos o el mentado cazador, se introducen diálogos que hasta entonces no habían existido. Hay también nuevas intrigas y los personajes, en especial el lobo, ganan en complejidad. El final es trágico, ya que Caperucita muere sin poder conseguir el auxilio del cazador, que acaba con la vida del lobo. Ludwig Tieck participa de la convulsa vida política de entonces y esta obra la escribió en clave. A la niña protagonista de la obra se la puede entender como una representación de la juventud alemana que abraza los ideales de la Revolución Francesa (el lobo), pero ante el cariz de la barbarie y del terror que los acontecimientos adoptan, se reconsidera su postura y se convierte en una víctima del horror. En la época la moda de la juventud era moda vestir con el gorro frigio (similar a la barretina), como un símbolo de los valores republicanos. Este gorro era, al igual que la caperuza, de color rojo.

Elena Odriozola

Elena Odriozola

Comparar versiones es también medir con más precisión lo que pudieron haber significado para el narrador y para el público, valorando las intenciones y la manera cómo éstas se adaptan a un marco narrativo y se convierte en un cuento. Nos arriesgamos a decir que los cuentos explican cómo es el mundo y que en ellos hay estrategias para hacerle frente.

La fábula de Perrault nos informa que el mundo es cruel y peligroso y que debemos tener cuidado, el cuento de los Grimm nos invita a usar el ingenio y la astucia para hacernos valer y la obra de Tieck nos sumerge en los conflictos de la vida política de una época convulsa, como todas las épocas.

Además estos tres autores suponen un punto álgido en la historia de la literatura, ya que en ellos se conectan mundos aparentemente separados, el de la cultura popular y el de la élite. A pesar de las distinciones sociales, estos cuentos, y más aún “Caperucita Roja”, manifiestan que muchos rasgos, aspiraciones y temores son comunes a todos. Ahí radica su enorme poder de permanencia, que le permitió cambiar sin perder su sabor.

Marta Gómez-Pintado

Marta Gómez-Pintado

Tres versiones ilustradas de “Caperucita Roja”

Nórdica Libros, especializada en traernos joyas de literatura universal en cuidadas ediciones ilustradas, tuvo la feliz idea de recopilar en un único volumen tres de las versiones de “Caperucita Roja”: la de Perrault, la de los Grimm y la de Tieck.

Además de las buenas traducciones, es de toda justicia extender los elogios de esta edición al conjunto de los nueve ilustradores, extraordinarios artistas, que participaron en este proyecto. El libro es todo un deleite para los sentidos. El severo lobo de la portada se debe al pincel de Javier Zabala, mientras que el lobo de Luis Scafati es feroz y salvaje. Agustín Comotto aporta simplicidad en el trazo y vanguardismo en la composición. Verónica Moretta se permite jugar y divertirse con la tipografía. Noemí Villamuza capta el miedo y la fragilidad de la niña. Los dibujos de Elena Odriozola estremecen por la poderosa fuerza que dota a los personajes. La historia entra en el terreno de la ilusión por voluntad de la paleta de colores que usa Alicia Martínez. La ilustración de Alicia Martínez subyuga por su ardor, mientras que los personajes dibujados Marta Gómez-Pintado vislumbran con recelo y horror alguna cosa de su destino atroz.

Alicia Martínez

Alicia Martínez

CAPERUCITA ROJA
Charles Perrault, Jacob y Wilhelm Grimm y Ludwig Tieck
Ilustraciones de Javier Zabala, Luis Scafati, Agustín Comotto, Ana Juan, Noemí Villamuza, Verónica Moretta, Elena Odriozola, Marta Gómez-Pintado y Alicia Martínez
Nórdica Libros.

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